Nana de los sueños oscuros En sueños I: Encanto asceta

En sueños I: Encanto asceta

¿Qué desgrana, manso, el viento

Que quiere verte sola al amanecer

Y esperar, si hace falta, un lo siento;

Una flor, un beso y un adiós al anochecer?

Mira al sol salir cada mañana

Desperezando a las nubes de algodón,

Sueña con arena blanca, asturiana,

Y el agua de la mar iluminada en su esplendor

Por la luz omnipresente del sol;

Suéñanos corriendo por la orilla,

Una mirada, una sonrisa y falta de aliento

En tu mirar y mi sonreír.

El viento meciendo suavemente

Tu pelo dulce con él,

Desprendiendo aroma de las montañas

De claveles, alhelíes y azahares

Decoradas de olivos en flor

Con sus hijas creciendo

De dos en dos, contemplándote.

Y mirando el verde infinito

De tus infinitos ojos verdes,

Mirando el interminable campo verde

De verde hierba, verdes flores,

Ojos verdes.

Escucha el aullar dulce

Del mar en las rocas,

Y escucha el rumiar acallado

De las piedras al recibirlas

Desde el imperecedero horizonte.

Que el tiempo no pasa ni un solo segundo,

En las puertas, verdes, del paraíso,

De cristales inundados en claridad.

Las hebras castañas de mil

Quinientas treinta y siete miradas,

Sin que el tiempo apenas pase,

Se mecen en las manillas del reloj

Y me imponen que afronte los minutos

Que intentan furtivamente como el viento

Separar tu mirada de la mía.

La luna y las estrellas unen

La tierra de mi alma

Con la jara y el romero

De tu espíritu,

Las montañas surgen

Verdes y marrones entre nosotros,

Separan en yermos campos inmensos

Tu mirada de la mía.

Pero veo al dejar escapar

Mis ojos hacia el firmamento

Que él, en todo su esplendor,

Actúa de celestina

Para ti y para mí.