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miércoles, 4 de noviembre de 2015

Marysia

En mi cuarto
ayo las pequeñas
partes de mi misma
que en un pasado lejano
fueron perfectas,
y me entregó al dolor irracional,
que con lágrimas amargas
sacuden mi alma.


Tiñéndola de negro
y dejándola escondida
bajo las sabanas.


Oh, bella aurora que con ojos esmeralda disipa mis dudas
y envalentona a las sombras
olvidadas de mi infancia.


Cuán simple puede llegar a ser
tu figura que de mi retina,
incapaz ella, es de abandonar.


Observa, pues la mano
que desgarra mi voz y
violenta mi tez pálida,
Es el fruto del miedo
a amar con el alma,
de entregar el sol
en la palma.


En estas noches
mis ojos rojos observan
la misteriosa aura que
con indiferencia,
creas en una mirada.


Querida niña de dulces palabras,
¿es qué acaso no ves
mis lágrimas de enamorada?


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