Amaneciste enarbolando fragatas
florecidas en sembrados de trigo
cubiertas por el arrope de la luna.
Vendimiabas lentamente el oxígeno
huido de bocas cerradas, de labios pegados
contra el suelo, en charcos de azul.
Amapolas en maizales te gruñían
al pasar en finas capas de almidón.
A tu alrededor posaron besos
blancas mariposas de lluvia,
trasquilando hierbabuenas
te arrancaron una sonrisa;
Por el terciopelo de tu pelo
se arrancaron a rodar rocíos,
pequeños jilgueros, lunas acuosas,
seductoras liendres olvidadas.
Amaneciste enarbolando fragatas
por los recovecos de mis pensamientos,
amaneciste, resbalando en laderas,
tumbada en hamacas de mí recordar,
sonriente entre las carretas
de cielo nube, cuerpo tuyo,
arrozales secos, trigales anegados
con tu dulce despertar, dulce mirar.
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