Muchas veces he pensado que solamente eras una voz en mi
cabeza, un falso calor en la memoria, quizá, una leve locura.
Pero volvías a aparecer cuando estaba a punto de resignarme
a no escucharte de nuevo, y así, comenzaba de nuevo el triste transcurso hacia
la mente enajenada poseedora de mí.
Me pregunto; ¿Eres un fruto irreal de mi pensamiento?
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