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martes, 18 de marzo de 2014

Lágrimas soñadoras + primer trocito del relato

¡Hola! Hoy traigo una nueva poesía y he decidido subir el primer cachito del relato que os dije que había estado escribiendo, lo tengo abandonado hace tiempo pero puede que lo retome,no sé. ¡Espero que os gusten!


Gris lúgubre de marchitas piedras,
Llanuras obscuras de blancas flores.
Tétrico zigzagueo del río
Que recoge lágrimas de vírgenes
Para regar las aciagas sementeras.

Azul del cielo, ¿Huyes hacia el oeste
Cual rocín que en celo se encabrita
Al ver el reflejo de la luna en la charca?
Cuervo desalmado que mis entrañas
Con tu punzante pico arrancas,
Me traes colgando de la sierra brillante
Cetrinas hojas de albahaca,
¿Quieres acaso endulzar mi mirada,
Ser ahora de mis cenizas renacido
Un fénix de pura casta soñadora?



***

Parecía que el verano quisiera comenzar a asomar entre las flores de primavera. El sol comenzaba a brillar radiante, acaloraba a las muchachas que iban, cada día, con camisetas más y más cortas. Totó se había dado cuenta de ello, sus hormonas ya empezaban a ser, como cada verano, un remanso de locura sexual adolescente.

La cabeza se le iba en clase, la chica que se sentaba delante suyo enseñaba más carne de la que podía imaginar ver a una persona vestida. Ella no se daba cuenta, o eso creía él, pero bajo el cortísimo pantalón vaquero azul descolorido asomaba, apretando finamente su cintura, un tanga de color negro.
El joven estaba retraído en su propio universo. Un universo donde los tangas eran ley, y enseñarlos el primer artículo de la constitución. Sentía rozar sus tímpanos palabras con el tono de voz agudo de su profesora, palabras que en momentos normales eran perfectamente asimilables. En cambio, en ese preciso instante de interacción en su propia cabeza no eran más que balbuceos de una vieja profesora cansada de soberbios niñatos.

El grito de un grillo retorciéndose lo despertó de su particular utopía. Se había acabado el entretenimiento, la joven ya tenía colocado el pantalón en su sitio y, tal que un rayo ansioso por hendir el través de un árbol centenario, sus compañeros de clase abandonaban el aula.

Echó una ojeada a su reloj. –Las tres y cinco- Un aire bochornoso le golpeó el rostro igual de fuerte que una lápida furiosa en un alud- Hoy el día ha sido de lo más entretenido- Balbuceó para sí mismo mientras intentaba recordar inútilmente la imagen del tanga que minutos atrás lo tenía encandilado.

-Hoy parece que estás aquí físicamente pero no mentalmente, ¿Qué te pasa enano?- Una voz femenina rompió su intento imaginativo. Miró a su izquierda, junto a él brillaba la sonrisa más bonita que jamás había visto en su vida. Una sonrisa que lo tenía profundamente enamorado desde los quince años.

-No me pasa nada- Su voz sonó malhumorada sin así quererlo- Y no me llames enano, sabes que odio que me llamen así.

-Perdona- La joven bajó la mirada y su voz sonó amarga.

-No pasa nada Eli, sé que tú lo haces con cariño- Esbozó una sonrisa lo mejor que pudo, habría jurado que en ese momento su rostro se asemejaba sospechosamente al de un depravado sexual que acaba de ver a su víctima. Guiñó un ojo, así no habría malinterpretaciones, ni gestos raros, ni caras raras.

Ella levantó la mirada y le devolvió la sonrisa hermosa. Le volvía loco, deseaba besarla. Pero era imposible. Eran amigos desde los cinco años, él se había insinuado varias veces pero ella le dejó claro que le era imposible, no podía enrollarse con su mejor amigo. Se le hacía raro solo de pensarlo.
Igualmente él le daba vueltas a la cabeza, tal vez había cambiado de opinión, ¿por qué no intentarlo de nuevo?
Era en vano, eran amigos, solo eso, nada más.
En un primer instante esas palabras, repetidas varias veces, le hacían sentirse como la escoria de peor calaña de los más bajos suburbios de la ciudad más corrupta del mundo. Exageraba. Enseguida olvidaba esos “pseudosentimientos” y pensaba en otra chica con la que intentar ligar. Tenía en cuenta lo que siempre se decía, “hay más peces en el mar”, era cierto, pero sabía que sólo con una caña no atraparía ninguno. Su estrategia magna no podía fallar, llevaba fallando desde que la usara por primera vez un par de años atrás, aun así no se rendía. Su gran idea para atrapar a una mujer era sencillo, en vez de ligar con una, ligaba con todas las chicas que conocía y a las que no conocía, se presentaba solo para saber si tenían o no novio y así ver su disponibilidad. No importaba si eran guapas o feas, gordas o delgadas, putas o estrechas. Dos tetas eran dos tetas y no había que rechazarlas.

-¿Totó?- Eli le miraba de nuevo con expresiva mirada dudosa, su voz sonó dulce, azucaró por un instante, mientras su lengua emitía los sonidos de su nombre, sus oídos que parecía volver a recibir sonidos del exterior de su propia cabeza. -¿De verdad estas bien?
El titubeó un instante. Realmente estaba pensativo, el verano inminente lo tenía cautivado en la dulce quimera donde había mujeres a su alrededor, tangas, tetas…

-S…-Tenía la lengua seca y sintió que se le quedaba pegada al paladar. Acababan de atravesar la gran puerta de acero que cercaba el colegio cerrando la valla que lo rodeaba. Tragó saliva, por lo menos eso intentó. La decepción de no tener saliva con la que humedecer la lengua le molestó. –Sí, estoy bien. Simplemente estoy pensativo.

Ella esbozó una media sonrisa. Seguían avanzando por la acera serenamente. Sus pasos oprimían levemente el suelo con su escaso peso. Nunca había sido un chico que llamara la atención, era bajito comparado con los demás chicos de su edad, y muy delgaducho. El médico le había aconsejado en varias ocasiones que debía engordar si no quería tener problemas de salud en un futuro. Y no es que él no lo intentara, pero por mucho que comía no era capaz de engordar. Recordaba en cierta ocasión, estando con su hermano pequeño, que había comprado una caja de un kilo de polvorones, la nochevieja de hacía algunos años, y él solito se había tragado más de medio kilo. Tras esa hazaña de la que, los primeros minutos, se sentía tremendamente orgulloso, notó la boca terriblemente seca y deglutió la parte proporcional de agua. Se formó en su estómago tal bola de harina que dos días después su madre tuvo que llevarlo a urgencias a sentir las consecuencias vergonzosas de su gran hazaña. Tres horas de espera en urgencias. Veinte minutos de lavativas que le dejaron el recto más dolorido de lo que jamás recordaba haber sentido. Eso contrajo extrañas formas de sentarse durante dos días y ello, las consiguientes burlas, bien merecidas, de su pequeño deudo.

-¿Qué tal te han ido las clases?- Eli intentaba arrastrar a Totó fuera de sus pensamientos.
Él recordó la amena clase de última hora.

-Bien, no ha habido nada especial.- Una sonrisa procaz interrumpió sin aviso en su rostro. Intentó inútilmente ocultarla a la vista de su compañera.

-¿Y esa sonrisita?- Ella se aproximó a él, dándole a la pregunta aspecto de interrogatorio de segundo grado. Solo faltaba la luz directa a los ojos y una habitación extrañamente helada. Cosa que sinceramente no le vendría nada mal en ese momento, comenzaba a sentir pegajosas gotas de sudor resbalarle por el rostro y la espalda, empapando su camiseta por las axilas y proyectando el rancio olor a sudor.

-¿Qué?- Fingió sorprenderse, su amiga no pareció tragarse la falacia. Le miraba ahora con ojos inquisidores.

Sin embargo lo dejó estar, no volvió a preguntárselo. Enseguida se separaron los camino de vuelta a casa, ella se despidió con un animado y agradable ¡Hasta luego!, el con un adiós mecánico, brotado de su subconsciente interior, pues se había vuelto a abstraer en sus simples pensamientos.
Se contempló como hacía cada día en un enorme cristal-espejo de las oficinas de una aseguradora. Su rostro era el de siempre. Pelo rojo, piel blanquecina, labios finos y boca pequeña, brazos delgaduchos y escasa estatura. Sus ojos eran lo único que destacaba de él, eran de un verde claro, brillante, que pocas personas tenían. En más de una ocasión, él coincidía con ellos, le había dicho que su mirada parecía felina.
Siguió su camino intentando dejar la mente en blanco, le comenzaba a doler la cabeza. Podía ser por pensar tanto, seguramente sería por el brusco cambio de temperatura que había ocurrido de un día para otro. 

Cambió de ir un día tan abrigado que parecía una bola azul de neopreno a ser una figura blanca brillante en camiseta corta.

¡Un abrazo!

6 comentarios:

  1. Pues no sé yo que me gusta mas...
    Si la poesía o el relato...
    Besos

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  2. Me encantaron ambos, la poesía hermosa como siempre, aunque en cada te superas, y el relato interesante, me he enganchado y me he reído (falta me hacia), espero la continuación ;)
    Un saludo y feliz semana

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  3. Lindas, dulces, profundas y esperanzadoras letras done viaja a un sueño a pesar de su tristeza, preciosas, ..... he intentado varias veces pinchar para serr seguidor pero no me deja, no entiendo ya vendré ota vez, feliz dia , un abrazo desde mi brillo del mar

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    Respuestas
    1. Gracias! ¿no te deja seguirme? Que raro, si quieres copia el enlace del blog y dale a añadir en la pagina principal porque no se cual es el problema ;)

      Gracias por pasarte, un abrazo!

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  4. Hola!
    Me ha gustado el relato, ha sido entretenido. Por lo que veo, se avecna un amor imposible no es así? jeje

    Voy a seguir leyendo
    Abrazos con cianuro.

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